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Artículos de salud emocional

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Con gran entusiasmo queremos compartir con ustedes nuestro trabajo con un modelo terapéutico para parejas basado en evidencia científica que nos resulta altamente compatible con ACT y la perspectiva contextual funcional.

Creemos que nuestra práctica clínica con parejas coincide en su base con el paradigma de la terapia ACT y los seis procesos básicos del hexaflex, atención al momento presente, defusión, valores, yo contexto, acción comprometida y la aceptación; y que ambos modelos pueden enriquecerse mutuamente del intercambio de perspectivas e intervenciones.

Creemos, que los problemas que tienen las parejas derivan principalmente de las conductas disfuncionales y sobreaprendidas con las que se insiste rígidamente incluso ante la evidencia de que no están funcionando para mejorar el problema o la relación.

Entendemos, también, que la mayor parte del tiempo las personas están afectadas al ver que su pareja, su familia, su proyecto de vida, está en problemas pero que no saben hacer algo distinto. Los terapeutas trabajamos desde la total aceptación, respeto y compasión por nuestros consultantes, aprendiendo de ellos qué es una “pareja valiosa”, qué sueños y deseos y necesidades tienen como individuos y como parte de una relación, sin juzgar ni intentar cambiar la dirección que le quieren dar a su vida, nos volvemos un instrumento de la promoción de la flexibilidad para lograr esa pareja valiosa que quieren tener.

Podríamos comenzar pensando quién es el organismo sobre el cual estamos trabajando como terapeutas de pareja y de qué manera podemos impulsar el aprendizaje jugando simplemente con el cambio de perspectiva que se abre ante nosotros con esta pregunta. Si el organismo es esa idea abstracta que llamamos pareja, entonces sus miembros son contexto y trabajamos sobre ellos con el propósito de que los cambios en el contexto promuevan instancias de aprendizaje a la que pueda estar expuesto el organismo. Si el organismo son las personas que integran la pareja, entonces la pareja es contexto, y del mismo modo trabajamos sobre ella para crear el espacio de aprendizaje. Una buena manera de entenderlo sería pensando que un veterinario no puede trabajar solamente con el perro o solamente con los dueños. Interviene sobre el perro y también interviene sobre los dueños. De esta manera, los terapeutas cambiamos según sea necesario nuestra perspectiva de trabajo varias veces a lo largo de una sesión, haciendo zoom alternativamente en la interacción, o en la experiencia de uno de los miembros de la pareja o en la del otro.

El objetivo principal de nuestra intervención es generar los cambios necesarios para que emerjan alternativas de conductas más sensibles con el momento y más útiles en relación al problema o la situación por la cual la pareja está conversando o discutiendo. En otras palabras, donde detectamos rigidez, promovemos flexibilidad.

El Método Gottman de Terapia de Pareja es un modelo anclado exclusivamente en el momento presente pues la totalidad del trabajo terapéutico sucede en la sesión. Necesitamos que la pareja “exista” frente a nosotros para poder intervenir por lo que la gran parte del tiempo, la interacción sucede entre los miembros de la pareja frente al terapeuta que observa e interviene y no sucede casi nunca que los miembros de la pareja le dan un relato al terapeuta de lo que ocurrió en la semana, o la pelea que tuvieron o el problema que necesitan resolver. Los terapeutas no tenemos una agenda de trabajo que indique lo que hay que hacer en cada sesión y no es un tratamiento manualizado. Tampoco indicamos “tareas” ni trabajos para hacer en casa. Nos enfocamos en la conversación que está teniendo la pareja en la sesión, en las emociones que están sintiendo, en su lenguaje corporal, en sus registros fisiológicos y trabajamos sobre ellos. El propósito de nuestro trabajo es que la pareja tenga una experiencia distinta con la misma conversación de siempre y que la dirección hacia la que apunta esa diferencia sea valiosa, tanto como para que se comprometan a realizar las acciones necesarias para reproducir esa experiencia de conversación o interacción más novedosa fuera de la sesión.

También es un modelo que se adapta muy bien a cualquier formación o experiencia previa que tengan los terapeutas que lo quieran intentar. En la medida que el terapeuta pueda definir bien sobre qué esta interviniendo y para qué, el cómo se interviene es a gusto del consumidor. Metáforas, mindfulness, registro corporal, jugar con perspectivas, todo sirve y todo funciona. Si bien tenemos manuales que enseñan distintas intervenciones, en ningún momento se espera que el terapeuta que trabaje con el Método Gottman sea aquel que “usa” las intervenciones del manual en su consultorio.

Lic. Laura C. Vazquez- Terapeuta Certificada en el Método Gottman