Vivimos pendientes o no tanto, de encontrar, construir o mantener esos vínculos que tanto nos elevan o nos estrellan. Entrando en lúgubres lugares, cuando las dinámicas negativas, el estancamiento o la pérdida se instalan en nuestros vínculos más queridos. O disfrutando profundamente en los periodos de encuentro amoroso y seguro.
¿Por qué dedicamos tanto tiempo y energía a esta área de nuestra vida: las relaciones amorosas?
En primer lugar porque somos mamíferos de conexión por naturaleza y nuestra genética nos empuja a la integración con otros para una mejor: supervivencia y adaptación a la vida, como sostenía Charles Darwin. En segundo término se ha constatado a partir de los estudios del Dr.John Bowlby y Harry Harlow que el afecto en su sentido más puro y literal es una necesidad fundamental de los niños y niñas. Hoy en día, sabemos que también los adultos necesitamos vínculos seguros y satisfactorios para vivir según la evidencia científica. Sin embargo, el desarrollo del vínculo de apego adulto, quizá se base más en la reciprocidad y menos en el contacto físico como en la niñez. Sin embargo, el origen de la necesidad emocional es la misma.
A lo que se agrega el estudio que ha llevado más años en la historia de la investigación, sobre que hace más felices y saludables a las personas a lo largo de la vida. Realizado en la Universidad de Harvard, durante 75 años. Este revela que, no es ni el tener dinero, ni el éxito lo que nos da más felicidad, sino el tener relaciones estrechas, satisfactorias y estables con personas cercanas.
El anhelo de sentirse conectado profundamente a alguien, es una necesidad primaria. Implica tener la sensación en el cuerpo de que cuento con al menos una persona en mi vida. Y se activa aún más, bajo situaciones de amenaza o peligro. Ahí, buscamos la regulación emocional y el refugio seguro en ese vínculo.
¿Cuáles son las necesidades de apego universales en las relaciones?:
- Ser aceptados, en lo que somos, como sentimos y pensamos (no ser juzgados ni criticados)
- Ser bienvenidos
- Ser reconocidos (priorizados, registrados, tenidos en cuenta, recordados, considerados, apreciados)
- Ser cuidados (que contamos con un refugio seguro al que acudir cuando es necesario)
- Ser calmados (y poder regular mejor las emociones si lo necesitamos)
- Sentir seguridad (que cuento con una base segura, que me da esta relación para salir a explorar el mundo)
¿Qué vamos a esperar para aprovechar los recursos de nuestro cerebro?
El funcionamiento de la “neurona en espejo” de nuestro cerebro, base de la EMPATIA, nos permite sintonizar con estados emocionales del otro pero no lo usamos a nuestro favor. Lo pasamos por alto o no lo aprovechamos (a veces por nuestro estilo básico de funcionamiento afectivo, otras por desconocimiento, desatención o descuido). Es una de las claves para dar RESPUESTA EMOCIONAL al otro cuando INTENTA CONECTAR CON NOSOTROS. Esos son los momentos decisivos en los que necesitamos estar ATENTOS para SINTONIZAR, ahí se juega el partido de una relación para que funcione. En nuestra CAPACIDAD DE SINTONIZAR EMOCIONALMENTE con nuestra pareja.
¿Qué es sintonizar emocionalmente?
Es estar conscientes de que esa aproximación requiere:
- Ser accesible (estar disponibles, dispuestos a recibir amorosamente al otro, sin juzgar, ni criticar, sin querer resolverle el problema),
- Poder escucharlo/la
- Responder emocionalmente (a lo el otro o la otra siente o me plantea, por más incomprensible o incoherente que me parezca) y
- Estar comprometidos con la relación (poder decir: “pase lo que pase no voy a bajarme de esta relación y no voy a dejar al otro/a solo/a”).
Es un gran desafío y un gran regalo, poder vivir en sintonía emocional. Promoviendo asi el desarrollo de un refugio seguro y una base sólida que creen: estabilidad, felicidad en la vida de la pareja y de todos los miembros de la familia. ¡Manos a la obra, hay mucho por hacer!
Por Lic.Ps.Sybila Latorre